domingo, 29 de mayo de 2011

THE BEAVER (EL CASTOR)


Walter Black (Mel Gibson) está sumido en la más profunda de las depresiones. Ha abandonado su interés por la empresa juguetera de la que es director, pasea como un fantasma por su casa y se pasa el día tirado en la cama, durmiendo. Terapia, pastillas, ningún método curativo le hace efecto y es por ello que decide tomar una decisión: suicidarse. Antes se beberá una botella de alcohol y la torpeza de la borrachera hace que sus intentos sean patéticos e infructuosos. De pronto algo ocurre y un viejo castor de peluche que recoge de la basura se hace cargo de su vida.
Walter deja de existir, es un mero vehículo de carne que se deja llevar por el castor y eso es lo que el resto de las personas que lo rodean denen hacer también, ya que los ha convencido de que se trata de un método nuevo y revolucionario que lo sacará de la depresión.
Todo cambia: Su mujer vuelve a quererlo, su hijo pequeño juega con él, la empresa aumenta sus ventas... Él único que no comprende lo que ocurre es su hijo mayor (Anton Yeltchin) Porter, que vive con el miedo de convertirse en alguien como su padre y para ello apunta todos los tics que comparte con su progenitor.
La película parece apostar durante gran parte del metraje por la esquizofrenia que Walter sufre. Desde que el castor toma las riendas, todo mejora. Pero lo malo llega cuando el débil Walter opina y abre la boca. Se produce el choque entre los dos, del que sólo uno saldrá indemne. Pero llegado a ese punto, sólo hay una forma de curarse.
Impresionante actuación de Mel Gibson, de Oscar. Su rostro refreja a la perfección el calvario por el que pasa el protagonista. La película tiene un tono ligero, que va ensombrenciéndose poco a poco.
La directora y coprotagonista, Jodie Foster, realiza una película difícil para el gran público, que no la va a entender, acostumbrados a productos más digeribles.

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