En esta película el director nos propone meternos en los pellejos de esos pobre empleados de grandes empresas, directives que entre sus escasas propiedades habían coches deportivos, mansiones, casas en la playa, etc... Sus vidas se verán golpeadas por el terrible fantasma del despido y ya nada volverá a ser lo mismo. La trama se centra en tres generaciones: Bobby Walker (Ben Affleck), un joven padre de familia. Triunfador. De pronto tendrá que cambiar el chip, a la fuerza, si quiere seguir manteniendo a su familia y terminará por trabajar con su cuñado constructor (Kevin Costner); Phil Woodward (Chris Cooper) es un antiguo enpleado, un hacha en lo que se refiere a relaciones internacionales, pero también engrosará las listas del paro debido a que tiene más de cincuenta años. Su reacción la más dramática de la historia; y finalmente Gene McClary (Tommy Lee Jones), uno de los directivos y co-fundador de la empresa, cansado y harto del mundo de tiburones en el que se mueve, verá sus huesos en la calle, aunque finalmente encontrará una feliz solución a su vida y a la de un grupo de desempleados, entre los que se encuentra Walker.
En fin, la película no está mal, los actores lo hacen muy bien. En especial destacar lo mucho que ha aavanzado en los últimos tiempos Affleck, pero el problema es que viendo cómo está la situación, como que a uno no le apetece meterse en el pellejo de estos tipos que manejan Visas Platino. No dan demasiada penita, la verdad...
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